Alejandro Guin-Po: Los focos activos de la geopolítica global

El reciente incremento de la tensión entre Israel e Irán –que, en vez de escaramuzas, considera la posibilidad de un enfrentamiento frontal entre ambos países– trae de vuelta los temores geopolíticos a los inversionistas. El principal problema que revisten estos eventos es que son impredecibles y su impacto recién se materializa una vez que ocurren, lo que añade gran volatilidad al mercado.

Todo esto ocurre en un contexto global que nos dio una mayor certeza sobre un claro camino hacia la convergencia inflacionaria, con la consecuente respuesta de la política monetaria. En este escenario, la Reserva Federal consiguió esquivar la recesión y reducir la inflación hasta niveles lo suficientemente cómodos para que el ente emisor comenzase su ciclo de recortes.

Si bien es complejo que un evento geopolítico detenga esta normalización, podría ralentizarla. En el episodio de estudio actual, la posibilidad de que Israel ataque infraestructura crítica petrolera o nuclear, o bien que este último ataque a sus vecinos de Arabia Saudita, ha tensionado el precio del crudo, elevando su valorización hasta niveles en torno a USD 75 el barril, un incremento de 10% en apenas 5 días.

Al respecto, hay otros focos que deberían ser seguidos con atención por los inversionistas. En primer lugar, las ambiciones territoriales chinas se mantienen activas. Si bien la situación con Taiwán se mantiene en una situación más calma que en los últimos años, la tensión se traslado hacia Filipinas.

En particular, en un territorio difícil de definir como el Mar de China Meridional, existió máxima tensión luego del ataque de la armada china al equipo de suministro a un buque de guerra filipino encallado, pasando por alto un acuerdo provisional previamente firmado. El asunto reviste mayor importancia considerando que la ruta concentra cerca del 60% del comercio marítimo mundial y Filipinas posee un acuerdo de defensa mutua con Estados Unidos.

En segunda instancia, el conflicto entre Ucrania y Rusia sigue abierto. A más de dos años de la invasión de Rusia al territorio ucraniano, el conflicto ha mostrado una evolución difícil de seguir. La escalada podría agravarse de resultar vencedor de las elecciones presidenciales el líder republicano Donald Trump, quien indicó que no pretendía seguir apoyando incondicional a la nación europea.

En tercer lugar, las diversas realidades fiscales y económicas, sumadas a la victoria de líderes nacionalistas en varias naciones europeas, han puesto presión sobre la permanencia y unión de la Eurozona como unidad monetaria. Si bien desde hace varios años el bloque se ha visto presionado, especialmente por los dispares diferenciales de riesgo soberano – fenómeno conocido como fragmentación – en el último tiempo no se ha encontrado un liderazgo que represente notoriamente a la unión.

Finalmente, el desarrollo de la democracia directa y el debilitamiento de las instituciones intermedias de la sociedad civil (entre la persona y el Estado) ha profundizado, entre otras razones, la penetración del populismo y el menoscabo de la democracia representativa como forma de gobierno. En este contexto, las bases institucionales se debilitan y son vulnerables al caudillismo. Este ha sido el caso de Latinoamérica en los últimos años, considerando las experiencias recientes desde Venezuela y Nicaragua hasta El Salvador.

En conclusión, a pesar de que la Reserva Federal y la inflación nos dan un respiro, con mayor claridad en el horizonte, aun se deben seguir de cerca tendencias que estarán silenciosamente desarrollándose. Una estrategia de cobertura ante estos riesgos es prácticamente imposible, pero vale la pena mantener estas perspectivas en el horizonte. Si bien no se profundizó mayormente, la próxima elección presidencial en Estados Unidos será posiblemente el mayor evento relacionado a este tópico.