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José Manuel Silva, Director de Inversiones de LarrainVial Asset Management.

LarrainVial

02/09/2024
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José Manuel Silva: La otra bomba demográfica

En una nueva columna mensual en Ex Ante, José Manuel Silva, Director de Inversiones de LarrainVial Asset Management, reflexionó sobre el escenario demográfico que está atravesando el mundo, a partir de un artículo del semanario The Economist de hace unos meses titulado "Cash for kids". Éste hace un análisis de los millonarios programas de incentivos a la natalidad que han tratado sin gran éxito de implementar numerosos países desarrollados para evitar que la tasa de natalidad siga derrumbándose.

Para Silva, las consecuencias políticas, macroeconómicas, empresariales y sociales de esta transición demográfica son gigantescas. "El problema mayor estará en aquellos países que se están haciendo viejos antes de ser ricos", dice.

Lee "La otra bomba demográfica" acá.

Probablemente, una parte relevante de los que leen esta columna aún piensan que el planeta enfrenta un abismo malthusiano, en donde millones de seres humanos morirán de hambre por exceso de población. Eso predecía el conocido libre del entomólogo Paul Ehrlich en 1968, “The Population Bomb”. Ello, unido a las pesimistas proyecciones del llamado Club de Roma sobre los límites del crecimiento, encendieron el imaginario colectivo y les arruinaron la paz mental a muchos. Jamás hubiesen pensado que 50 años después, el semanario The Economist titularía una de sus célebres portadas (25 de mayo de 2024) como “Cash for kids”, refiriéndose a los millonarios programas de incentivos a la natalidad que han tratado sin gran éxito de implementar numerosos países desarrollados para evitar que la tasa de natalidad siga derrumbándose.

En la editorial del semanario se señala que Francia gasta entre 3,5% y 4% del PIB en políticas pro familia y que Corea del Sur está pensando entregar subsidios por US$ 70 mil por cada nuevo bebé. Con las actuales tasas de crecimiento demográfico, cada mujer en los países desarrollados tendrá en breve una tasa de fertilidad de 1,6 niños, por debajo del fatídico nivel de 2,1 niños que asegura el reemplazo poblacional. Con una fertilidad de 1,6, cada generación será un cuarto más pequeña que la que la precedió. El año 2000, los países ricos tenían 26 ciudadanos mayores a 65 años por cada 100 vivos. Para el 2050 esta razón se habrá doblado. Un reciente estudio publicado en la revista The Lancet señala que para el 2050, 155 de 204 países tendrán una fertilidad bajo la tasa de reemplazo. En 2021, un 29% de los recién nacidos lo hicieron en África sub-sahariana, en el 2050 se espera que esta cifra sea un 54%. Otro dato interesante es que, de acuerdo a la proyección media de Naciones Unidas, la cantidad de muertes superará los nacimientos en los países de la OECD a contar del año 2035. Solo Estados Unidos e Israel se salvan en parte de la depresión demográfica, en ambos casos por tener el mayor porcentaje de población religiosa de cualquier país desarrollado.

La tasa de fertilidad se ha reducido por la mitad en 70 años, desde casi 5 niños por mujer en 1950 a 2,2 el 2021. En Corea del Sur y Serbia esa tasa es hoy de 1,1; en India es 1,97; en Brasil 1,57 y en China 1. Las tasas han caído fuertemente en el período post COVID.  A partir del año 2020, la población China comenzó a decrecer (unos 3 millones anuales), y el 2050 se espera que decrezca unos 10 millones anuales. De esta manera, la población total de China pasaría de cerca de 1,45 mil millones hoy a 1,26 el 2050. Casi 200 millones menos. Italia pasará de un máximo de 60 millones el 2013 a 52 millones el 2050; Japón de 128 millones a 105; Corea de 51,8 millones a 45 millones.

China es quizás el niño símbolo de esta nueva transición demográfica. Como sabemos, hacia fines de los años 70, su gobierno decretó la política del hijo único. En ese entonces su tasa de fertilidad era de 6. Luego de la imposición gubernamental, ésta cae bruscamente a niveles de 2,5 niños por mujer, nivel en el que se mantuvo unos 10 años. Pero a contar de mediados de los 90 vuelve a caer. Esta vez por debajo de la tasa de reposición demográfica de 2,1 y como señalábamos, hoy se sitúa en 1,02, lo que ha prendido todas las alarmas en Beijing. La eliminación de la mentada prohibición durante 2015 no tuvo efecto alguno. Uno de los impactos no deseados de aquella política es haber provocado un gran desequilibrio entre hombres y mujeres. Normalmente la razón entre mujeres y hombres en una sociedad debería ser ligeramente sobre 1. En China es al revés, en algunas zonas del país hay entre 30% y 40% más de hombres. Las mujeres solían ser abortadas mientras duró la política del hijo único.

Esta transición demográfica tiene otras características adicionales al mencionado derrumbe en las tasas de fertilidad. Hay un porcentaje grande de mujeres que no ha tenido hijos. En el caso de la cohorte de 1975 (mujeres de 48 años), un 28% de las mujeres japonesas no han tenido hijos. España le sigue con 23% e Italia con 22%. Otra característica es que las familias en general han retrasado la edad del primer hijo. Así, en la OECD, ésta pasó de algo más de 26 años para el primer hijo en 1980 a algo más de 31 años el 2022.

Chile no está ajeno a esta tendencia. La tasa de fertilidad también se ha derrumbado, primero entre mediados de los 60 y fines de los 80, y luego en los últimos 10 años. Hoy la tasa está ligeramente sobre 1. Sin la gran inmigración recibida en los últimos veinte años, probablemente estaríamos cercanos a una disminución poblacional. Los nacimientos en Chile tuvieron un máximo hacia 1990 (300.000), hoy se ubican en 170.000. Según la proyección media de Naciones Unidas la población chilena llegaría a un máximo de 22 millones el 2040 y caería a cerca de 14 millones para el año 2100. De esos, 5,5 millones serían mayores a 65 años. Cabe señalar que las defunciones en Chile durante el 2023 fueron 121.270. Como vemos, cada día se achicará más la brecha entre nacimientos y decesos.

Las consecuencias políticas, macroeconómicas, empresariales y sociales de esta transición demográfica son, sin duda, gigantescas. Probablemente en más de un lugar hoy se venden más pañales de adultos que para recién nacidos. Por un lado, en los próximos decenios cambiará dramáticamente el peso demográfico de los continentes. Europa que representaba un 20% de la población mundial en 1960, no pesará más de 6% el 2100. África, pasará de 9% a más de 35%. La población europea será cada vez más vieja a su vez. Para 2050 se espera que un 30% de los europeos tengan más de 65 años. Claramente, ellos deberán seguir trabajando después de la edad de jubilación, los sistemas de reparto no darán abasto. El envejecimiento de una población rica generará una explosión en la demanda por servicios y productos de todo tipo para ella: remedios, turismo especializado, domótica adaptada, psicólogos geriatras, lugares de retiro, etc. Sobrarán colegios, faltarán hogares de ancianos.

El problema mayor estará en aquellos países que se están haciendo viejos antes de ser ricos: China, Chile (¿?). Los flujos migratorios cambiarán. Europa necesitará sangre joven para atender a sus viejos. Esta vendrá de África y de aquellos países que envejecieron sin ser ricos. No deja de ser anecdótico que aquel continente en donde, se supone, surgieron los primeros hombres modernos, África, se transforme en la nueva cuna demográfica de la humanidad.

 

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