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Palabras necias, oídos sordos

Alejandro Guin Po

Economista LarrainVial Asset Management

03/03/2023
515
4 Minutos

Palabras necias, oídos sordos

La política monetaria fue ejemplar en Latinoamérica durante 2021 y 2022. En la peor crisis inflacionaria de los últimos 40 años los miembros de los diferentes Consejos actuaron de forma correcta, entregando señales claras sobre los orígenes de las presiones inflacionarias, mayoritariamente explicadas por los fuertes estímulos fiscales locales, sumado a las disrupciones de oferta asociadas a los quiebres en las cadenas de suministros y en la última parte, la invasión de Ucrania por parte de Rusia.

Si bien siguen manteniendo niveles inflacionarios altos en comparación a la historia, la inflación ha retrocedido en casi todos los países de la región. Ya cumpliéndose casi dos años desde el inicio de las alzas, las políticas monetarias contractivas han elevado los costos de financiamiento, que a su vez han provocado una desaceleración en la economía, necesaria para la convergencia inflacionaria. Aquel escenario económico negativo no ha sido visto con buenos ojos ante la instalación de nuevos gobiernos latinoamericanos.

Posiblemente el caso más bullado fue hace pocas semanas cuando el presidente Lula da Silva en Brasil cuestionó las decisiones del Banco Central de Brasil, que mantuvo la tasa SELIC en el máximo de 13,75% y generó presiones para que el actual presidente Campos Neto – quien tiene mandato hasta 2024 – dejase el cargo.

Adicionalmente, el gobierno solicitó revisar la meta de inflación para el 2023, con el propósito de reducir la tasa de referencia, lo que fue rechazado por la cabeza del ente emisor. Si bien el ente emisor brasileño alcanzó recientemente su plena independencia, los mercados no dejaron de atemorizarse por la reacción. El impacto fue tal que el Presidente debió moderar sus declaraciones.

Anteriormente había experimentado un caso similar el presidente colombiano Gustavo Petro, quien indico que no servía subir la tasa de interés para contener la inflación. En esas mismas circunstancias el peso colombiano alcanzo una rápida depreciación y un incremento de las tasas soberanas que reflejaron el riesgo asociado, entre otra serie de políticas y reformas que se veían riesgosas para el mercado. Nuevamente, el Mandatario, en conjunto con las autoridades económicas, tuvo que salir a aclarar sus dichos.

De forma mucho más discreta lo trató el presidente López Obrador en México, quien indicó que respetaba su autonomía pero que “deberían ocuparse más en impulsar el crecimiento no solo en el control de la inflación”. Ciertos analistas han mirado con recelo como es que AMLO ha posicionado a funcionarios de su confianza como gobernadores de la entidad, lo que a su juicio podría mirar su independencia.

Caso aparte es la fallida política monetaria argentina, en el que el banco central mantiene una monetización del déficit fiscal relevante de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional y que este año alcanzaría el triste récord de entrar nuevamente en un valor de tres dígitos, ubicándose en torno a 112% según el banco de inversión JP Morgan.

Aun así, las frases del presidente Fernández reflejan la poca comprensión de la realidad económica de su país, tales como que “gran parte de la inflación es autoconstruida, está en la cabeza de la gente”, que mantienen un dólar en el mercado informal en torno al doble del tipo de cambio oficial y una ridícula política de fijación de precios que ha demostrado ser un fracaso.

El guión en estos es repetido, gobernantes necesitados de popularidad (que salvo en el caso de López Obrador, se han visto fuertemente minadas) buscan un culpable para el mal desempeño de sus economías, anexando la responsabilidad a los bancos centrales. Así, argumentan que las bajas de tasas u otras medidas irresponsablemente expansivas, en un contexto altamente inflacionario, serían lo correcto. Ante ello, y evitando una reacción de mercado excesiva en muchos casos, los inversionistas deberían hacer caso omiso, puesto que, ante palabras necias, lo mejor son los oídos sordos.

Como cierre, si bien en el caso de Chile debemos valorar el respeto de la institucionalidad monetaria del Presidente y la mayoría de la ciudadanía, no se debe olvidar que ciertos miembros de la anterior Convención Constituyente buscaban cargar al banco central de una serie de medidas fuera de su mandato del control de la inflación. Gracias a la labor de organizaciones civiles y la presión de expertos, muchas de esas peligrosas ideas fueron rechazadas, pero aquello nos da cuenta de que la autonomía de la política monetaria es algo que se debe defender día a día.

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