Pablo Méndez
Gerente de Portfolios de Inversión LV Estrategia
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El legado de Harry Markowitz
El pasado 22 de junio falleció Harry Markowitz, destacado economista norteamericano y pionero en la teoría de portafolios que lo hizo merecedor del Premio Nobel de Economía en el año 1990.
Si está leyendo esta columna posiblemente conozca su teoría, pero no sobra reiterar la importancia que tiene en nuestro quehacer y en sus portafolios. Todas las carteras globales ofrecidas por los expertos están ancladas a este modelo, el cual consiste en encontrar la alternativa óptima para cada inversionista en términos de rentabilidad y riesgo.
El tradeoff previamente descrito, idea que en la actualidad parece obvia, fue una revolución para las inversiones en el año 1952. Los modelos clásicos dominantes por aquel entonces (basados en producción y consumo) ignoraban la incertidumbre y descansaban sobre la eficiencia, por lo que, si un inversionista estaba interesado en maximizar el valor esperado de su cartera, bastaba con seleccionar solo un activo (la empresa con la mayor utilidad esperada). No obstante, el simple raciocinio ya hacía a los inversionistas seleccionar varias acciones, pero de forma individual y sin considerar el conjunto.
Así entonces, pareció obvio para Markowitz que a los inversionistas les preocupaba el riesgo (incertidumbre) y la rentabilidad, y que ambos estadísticos debían medirse conjuntamente en las carteras. Además, el hecho que la varianza (riesgo) de la cartera involucra todas las covarianzas (relaciones entre activos), añadió plausibilidad al enfoque. El concepto sinergia estaba implícito en su sorprendente teoría.
Por supuesto, el modelo no ha estado ajeno a las críticas. Tempranamente, mientras Markowitz defendía su tesis doctoral, Milton Friedman argumentó que su contribución no era económica (posiblemente de aquí se origina la división entre economistas y el mundo financiero). Adicionalmente, las capacidades informáticas por aquellos años eran inferiores, lo que tuvo como resultado que el cálculo de las covarianzas fueran mayoritariamente ceros (básicamente argumentó que no existía relación entre los activos). Matemáticamente un sistema de ecuaciones con ceros se simplifica. No obstante, las covarianzas siempre estuvieron presentes (los activos se correlacionan de alguna u otra forma) y por ello surgieron problemas de dimensionalidad (cálculos con matrices extremadamente grandes) y de inestabilidad numérica (pequeños cambios en las covarianzas que generan grandes cambios en los portafolios).
Naturalmente el desarrollo de herramientas computacionales y avances de la teoría han permitido perfeccionar este modelo. No obstante, la teoría y sus conclusiones siguen siendo las mismas. La frase no colocar los huevos en la misma canasta, si bien fue acuñada con anterioridad, sin duda tuvo un gran salto filosófico y matemático gracias a los aportes del académico.
Columna publicada en El Mercurio Inversiones
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