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La brújula rota
Javier Salinas

Javier Salinas

Economista Jefe de LarrainVial Research

15/11/2021
476.323
3 Minutos

La brújula rota

Según las últimas encuestas, Gabriel Boric y José Antonio Kast pasarían a segunda vuelta con holgura. Pero ¿qué tan sorpresivo sería para la opinión pública o los inversionistas si alguno de ellos (o ambos) no lo logra? Más aún, ¿Qué sucedería si ambos candidatos pasan a segunda vuelta, pero tanto el nivel de votación de cada uno como la brecha entre ellos es significativamente menor a la que las encuestas apuntan?

Todas y cada una de las últimas elecciones en el país han estado marcadas por sorpresas: el inesperado triunfo abismal del apruebo (con 78% de apoyo) en el plebiscito de octubre de 2020; los inusitados resultados de la convención constitucional en mayo de este año (en donde los sondeos apuntaban hacia más de 50 constituyente de Vamos por Chile y un poco menos para la Lista del Apruebo, pero estos grupos solamente alcanzaron 37 escaños para el primero y 25 para el segundo; mientras que, por su parte, se esperaban en torno a 10 constituyentes independientes electos, resultando cerca de 40); las insospechables derrotas de Joaquín Lavín y de Daniel Jadue en sus respectivas primarias presidenciales en julio... Este fenómeno data de más atrás, desde 2013 (año en el que se introduce el voto voluntario e inscripción automática), y si bien las agencias de investigación de opinión pública, conscientes de los desfavorecedores pronósticos, han hecho esfuerzos relevantes para mejorar sus metodologías y aminorar efectos de los sesgos de autoselección (tanto en la abstención en las respuestas de sus instrumentos como al momento de sufragar), todavía les queda camino por recorrer, o al menos eso es inferible con la evidencia contrastable con la que contamos hasta el día de hoy.

Sin embargo, los sesgos cognitivos pueden ser aún más peligrosos que los sesgos de las encuestas. Nuestra brújula está rota, pero no lo queremos ver. Primeramente, a pesar del desempeño de las encuestas, consideramos que “esta vez están en lo correcto”, ignorando las experiencias recientes. Además, preferimos silenciar en nuestras mentes los riesgos respecto al resultado legislativo (a pesar de que la conformación de los órganos legislativos será vital para la implementación del programa de gobierno del siguiente presidente, o incluso podrían impulsar una agenda propia) ya que este resultado tiene menos visibilidad y predictibilidad que el de la elección presidencial. Y el lunes 22 de noviembre, si esta “sorpresa” que mencionamos al inicio se materializa, muchos argüirán que este resultado era esperable, a pesar del silencio en este tema hasta ese momento, lo cual hace dudar de la veracidad de esa afirmación.

Nuestra observación selectiva alimentada con realismo ingenuo está nublando nuestro juicio para tomar decisiones. Y si bien es altamente probable algún dejo de sesgo de confirmación entre diferentes analistas políticos y la opinión pública, los inversionistas verán confrontados sus juicios propios por el resultado de las decisiones tomadas durante estos tiempos. T

Los sesgos cognitivos alejan nuestra percepción de la realidad. Buscar certezas donde no las hay, en vez de tomar decisiones a sabiendas del alto nivel de incertidumbre, puede conllevarnos a enfrentar riesgos evitables. Y si bien éste es un corolario atemporal y universal, en la coyuntura política actual parece tomar particular relevancia a la hora de tomar decisiones de inversión.

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